miércoles, 2 de mayo de 2007

Consecuentes

Uno de los valores más apreciados es el ser consecuente con uno mismo, y estimo que de mayor a menor grado en las acciones que realizas, en las apreciaciones, en los comentarios. Y todo ésto dentro de un ámbito temporal determinado, porque evolucionamos en nuestro conocimiento/experiencia, y con esta evolución acciones pasadas puede parecernos distantes.

No hay nada más repulsivo que en un corto espacio de tiempo, alguien que defendía con ahínco una posición en un ambiente determinado, después y posiblemente ante otro auditorio defienda otra posición. O en la primera ocasión su posición no tenía fundamento ninguno, o en la segunda simplemente está remando donde hay mejor viento.

Y cuando se crece en una estructura organizativa de una empresa, este fenómeno tiene un mayor impacto, porque no dudemos que se nota por parte de tus compañeros o colaboradores, y eso para un presumible 'líder' es síntoma de declive.

Por supuesto que siempre existen cambios de criterio motivados por instrucciones de tus jefes, pero en ese caso, y si se produce con excesiva frecuencia, o estamos en contracorriente con nuestro jefe, o nuestro criterio no es valorado. Aquí queda ésto.

El máximo exponente de un falta de consecuencia con las acciones que realiza uno mismo está en algo que aprecié en uno de mis últimos viajes (me preocupa la frecuencia en que utilizo eso de mis últimos viajes). Chica regordeta, posiblemente 0,1 toneladas métricas (como diría alguno que conozco y aprecio), bajita (de las que tardas menos en saltar que rodear, si se produce la ocasíón). Se acerca a la barra del bar, y pide su cafelito, y una pedazo de caña de chocolate más larga que una pértiga. Sonrisa de satisfacción cuando aprecia semejante desayuno. Y para rematar, se pide sacarina...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Agujero Negro.
Según el D.R.A.E., una persona consecuente es aquella cuya conducta guarda correspondencia lógica con los principios que profesa.
En un ámbito de libertad total, cualquier persona sería consecuente con sus principios, sin ninguna duda, pero la realidad no es así, no estamos provistos de libertad absoluta, nos encorsetan las normas, las políticas, las estructuras, ... y muchas veces hay que envainarse la espada e ir contra tus principios.
De otra forma, estoy de acuerdo contigo que el líder debe dejar claro cuales son sus principios básicos, y debe intentar que se cumplan salvo en ocasiones muy justificadas pero que no se entiendan como pérdidas de poder. Ese sería el líder fuerte. Hay otras personas que no se encuadran en esa definición y tal como dices van siempre al son que más les conviene, pero no serán nunca líderes respetados por su grupo, aunque seguramente puede que en la Organización puedan ocupar mejores cargos........

Y tal como dices tú,
Ahí queda eso.

Anónimo dijo...

Estimado agujero negro:

De acuerdo contigo en la importancía de ser consecuente, pero no veo ninguna inconsistencia en reducir calorias con la sacarina , yo lo hago cuando me tomo mi te verde con un trozo de tarta. El azucar sería a más a más.

Anónimo dijo...

En el TBO existía un espacio que se titulaba: En un segundo, cambia la opinión de todo el mundo. Gandhi, el nacionalista indú que logró la independencia de la India, años antes de esa consecución, recorría en tren "descapotable" aquel inmenso subcontinente, rodeado de adeptos y alumnos, todos inmersos en la lucha de la no violencia. En una jornada de aquellas, uno de sus discípulos le dijo al que era el más querido por el maestro: Mira, Gandhi me tiene desconcertado. Lo que ayer afirmaba que era blanco, hoy dice que es negro. Como te relacionas muy bien con él, ¿quieres preguntarle que le hizo cambiar de parecer de forma tan asombrosa?. Interrogado sobre esto, Gandhi contestó: Es que cada día que pasa, aprendo más.